No dejo de pensar,
de torturar mi mente hastiada,
de buscarte y no encontrarte,
de morir y seguir respirándote.
No quiero olvidarme,
no quiero sentir, ¡¡dejadme!!
Son mis espinas, son mis lanzas,
es mi regodeo en las heridas de batalla.
Y para qué contarlo...
seguiré siendo prescindible,
seguiré sintiendo que me odio,
seguiré cayendo a este pozo sin fondo.
viernes, 11 de diciembre de 2009
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