Este poema, pese a lo escatológico, me gusta porque me recuerda un momento muy duro y desesperanzado...
Entre heces nació una rosa
y sentí la vida brotar.
Cuan feliz, risueña mariposa
eché mis alas a volar.
Vivió la rosa su vida,
infinito sentir del placer.
Mas un día llegaron espinas
e inevitable fue el padecer.
Y un día murió la rosa
gritando en dolor mil veces.
Su alma se fue, jubilosa,
dejando espinas y heces.
jueves, 7 de febrero de 2008
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